Séneca (4 a.C-65 d.C.) enseñó que el problema no es que la vida sea corta, sino que la malgastamos.
Según el filósofo cordobés el tiempo se nos arrebata, por ejemplo cuando nuestra obligación laboral no nos deja tiempo para nosotros mismos, o malgastamos nuestra vida obrando mal, o en vicios y dejadez.
Un claro ejemplo de pérdida de tiempo es el uso desproporcionado de tecnología —smartphones, ordenadores, tabletas, televisión—, que además nos puede producir graves complicaciones de obesidad, emociones negativas y empobrecimiento del lenguaje, concentración o memoria.
Séneca nos aconseja que dediquemos más tiempo a nosotros mismos o a las relaciones con nuestra familia y amigos que nos interesen y nos hagan ser mejor persona, y defendamos que no nos lo roben con trabajo excesivo o no lo perdamos ganando dinero para comprar cosas que no necesitamos realmente.
Para Séneca lo importante no es el tiempo que vivas, sino cómo lo has vivido. Y para Séneca la buena vida es la que se vive con rectitud. El sumo bien es la honestidad.
Entiende que es muy corta la vida de los muy atareados. Que no hay que decir que fulano vivió mucho porque tiene canas o arrugas; sino que duró mucho. Teniendo en cuenta lo efímero de la vida, aconseja menospreciar los bienes ajenos, evitar el afán de recompensa y las pasiones, evitando procastinar.
También el filósofo griego Platón (427-347 a. C.) nos dijo: «Nada de cuanto sucede es malo para el hombre bueno.» Puede el dolor acorralarnos, pero no emponzoñarnos. Puede la injusticia agredirnos, pero no violarnos. Puede la frivolidad escupirnos, pero no ahogarnos. Sólo la propia cobardía puede conducirnos al desaliento y, con él envenenarnos.
Damos una importancia desmesurada al mal. Invertimos lo mejor de nuestras horas en lamentarnos de él o en combatirlo. Y casi ya no nos resta tiempo, o lo hacemos de forma ya desgastada, en construir el bien.
Pero una gran virtud es lograr ser diferente a quien nos causó el daño, como dijo Marco Aurelio, y centrarnos en ser fieles pese a todo en nuestra forma de ser, poniendo todo nuestro empeño en aquello que realicemos, y pensar en el privilegio de respirar, pensar, disfrutar, amar.
Es curioso lo bien que encaja el estoicismo y la filosofía del Platón con el Evangelio de Cristo.
Cristo nos enseñó que no debíamos amontonar tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los corroen y donde los ladrones socavan y los roban, debiendo ambicionar sólo los tesoros del cielo, porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón, sin que podamos servir a Dios y a las riquezas de este mundo a la vez. Pero nos cuesta llegar a esa convicción, y más todavía vivirla plenamente.
Tremendo nuestro apego a las comodidades y placeres del mundo.
Por eso también nos dijo Cristo que no nos preocupáramos de la cobertura de nuestras necesidades futuras. Que busquemos primero vivir conforme a lo que nos enseñó, que a cada día le basta su contrariedad.
Chequearnos en nuestras convicciones y compromisos, y ajustarnos en nuestros pensamientos y comportamientos con los que nos rodean, empezando por los más cercanos día a día, nos permitirá caminar por la senda correcta hasta la muerte.
La riqueza de nuestra vida dependerá en gran medida de que seamos decididos en llevar a efecto dichas convicciones en nuestra vida. Incluso será fundamental ir chequeando con nuestra pareja las convicciones y compromisos personales de ambos para mantener la misma senda. Y mantener a punto dichos compromisos puede ser esencial para superar las dificultades que se nos presenten en la vida.
Finalizo esta aportación con una poesía que nos dejó en el atardecer de su vida Dª Amelia Sánchez-Bordona, cuya sabiduría, no deriva de los años de quien la escribe, sino por como los vivió:
¿QUIEN DICE QUE LA VIDA ES CORTA?
Y pasaron 10, 20, 30, 40, 50, 60, 70, 80, 90 años…
Recuerda la buena vida,
disfruta las alegrías,
sitúate en el presente
y olvida la mala vida.
Espera tranquilamente
lo que tiene que llegar,
que no es, ni más ni menos,
un episodio más,
por el que todos pasamos,
ya que en esta vida todo
tiene un comienzo y final.
Con la conciencia tranquila,
Con amor, fe ty esperanza
«Nos llega el «MÁS ALLÁ»
y allí es donde empieza todo,
todo lo espiritual,
aunque nos cueste aceptarlo,
es la pura realidad
que debemos esperar con paz y serenidad.
Nadie es más joven o viejo
por pasar de los noventa,
la chispa está en la mente,
en el porte y hasta en la vestimenta.
¡Que suerte la que tenemos
al llegar a estas edades
con la cabeza en su sitio,
la salud más menos buena,
el afán de superarnos,
la ilusión de las cositas,
las labores primorosas,
la lectura consabida,
el crucigrama expectante,
el oír música buena,
el encanto de la casa
acogedora, ordenada y limpia,
la ayuda de nuestros hijos
y el dar mimo a sus crianzas,
la practica de nuestra fe,
indicio de la esperanza…¡
¿No te parece colega
que hemos de dar muchas gracias
a nuestro Padre infinito
por el inmenso regalo
de todas estas prebendas
en nuestra última etapa?
Todo llega, todo pasa,
también llegará el momento
de hacer balance final,
cesarán los sinsabores
y alegrías terrenales
para pasar a ser todos
unos seres celestiales.
Esto nos dice la Fe,
la esperanza y la honradez
y… apelemos al amor
que es el que todo matiza.