VIDA LOW COST

Existen no solo nuevos tipos de pareja o familias, también nuevos tipos de estilos de vida.

Nuestra forma de vida está íntimamente relacionada de nuestra economía, valores, edad, salud y nuestras relaciones sociales nucleares y más extensas, de las que es factor fundamental  si tenemos hijos o no.

De los anteriores factores el más importante el del amor que estemos dispuestos a dar y recibir, incluyendo aquí a la amistad con derecho o no a roce.

Pero nuestro proyecto de vida está también relacionado normalmente con el mercado laboral y de consumo en que vivimos las familias y parejas.

De nuestra vocación y responsabilidades, y de nuestros ingresos y el tiempo personal que nos deja nuestra fuente de financiación.

En el mercado capitalista del que venimos las sociedades occidentales, nuestras necesidades venían siendo cubiertas por tres protagonistas del mercado: el fabricante, el distribuidor y el instalador.

Tradicionalmente era el instalador o profesional local quien trataba directamente con el cliente final, a lo mejor desde su oficina de barrio, de una manera personalizada y humana.

Pero todos conocemos como hemos reducido el precio de lo fabricado para la venta en masa o escala, incluso la fabricación robotizada. Con un cambio radical en el sistema capitalista por las nuevas tecnologías, robótica, informatización y sistemas de comunicación, la globalización ha empujado a los fabricantes que quieren competir a trasladar o situar sus fábricas en países donde la mano de obra es más manejable y barata, lo que ha sido una revolución en el mercado laboral internacional y en la bajada de precio de lo fabricado.

En esta rápida evolución del mercado, hoy muchos fabricantes o generadores, gracias a internet, son o quieren ser también vendedores e incluso instaladores. Quitar intermediarios en el proceso, de forma que ya la relación con el instalador o profesional local es prácticamente inexistente en muchas regiones según que producto o servicio, y a tal efecto se han expandido y tecnificado enormemente las empresas de logística. El cliente – administración, personal física o empresa- compra directamente a la fábrica, o a través del distribuidor del grupo del fabricante, que nos presta el servicio más directo.

Sin embargo, es importante que el instalador o profesional local no pierda el valor como diseñador de la instalación o servicio cercano y personalizado. Alguien que dimensiona, compara y elige los equipos más apropiados para cada caso, o determina nuestra verdadera necesidad y el servicio o aparato que necesitamos o nos conviene.

El servicio que presta un  fabricante que vende directamente y prestan el servicio on line suele ser una quimera, pues no todas las personas son capaces de convertirse en semiprofesionales con la indicación de dicho fabricante del producto o servicio que adquieren “on line” por ejemplo.

Además en muchos caso los fabricantes o distribuidores dominados por estos, prestan los servicios o instalaciones con operarios que suelen ser falsos autónomos, sin las acreditaciones y cualificaciones necesarias en muchos casos, incluso ejerciendo de una forma irregular en muchos casos respecto del mercado laboral o de inspección técnica.

Se prima la venta y el margen de beneficio por encima de todo, y los consumidores lo admiten por un mejor precio que les permite más consumo, y a los poderes públicos les interesa pues de este consumo se obtienen impuestos y un mercado laboral de empleo.

También en el mercado de servicios o consultoría, están actuando grandes empresas en economía de escala con la que tienen mayores facilidades de reducción de costes de proveedores y pueden ofertar mejores precios a efectos de concursos, consiguiendo así una gran cartera clientelar en mantenimientos o instalaciones, minorando el campo laboral del profesional o pequeño instalador autónomo, que se ve obligado a emplearse a bajo precio.

Estas empresas compensan esas bajadas de precio con el gran volumen de sus concursos integrales, empleando también a personal de bajo coste aunque esté poco cualificado. Esto perjudica directamente a las empresas especializadas locales, zona que tienen menos margen de maniobra para bajar precios, sometiéndose a la subcontratación de las grandes y por lo tanto también se ven obligados a exigir a bajo precio a sus trabajadores.

La Administración también hace mucho daño al mercado de calidad, con  concursos exclusivamente por precio, y exigiendo fianzas para asegurarse el cumplimiento de la obra, y los pequeños muchas veces no pueden hacer frente al pago de dichas fianzas.

En definitiva, nos encontramos en mundo de consumo low cost  , que marca el estilo de vida de la sociedad en que vivimos, contrario a lo que podríamos también llamar una vida artesanal.

Es lo que hay. También este mundo low cost tiene aspectos positivos.

Por ejemplo, arropados en este oligopolio del servicio y la instalación, algunas personas logran reciclarse en determinados oficios como fontaneros, electricistas, o instaladores de aire acondicionado, con un par de cursos sencillos (impartidos bien por fabricantes o distribuidores), y se aventuran obligadamente a un escenario que no era el suyo, y en el que prima lo rápido y barato sobre un trabajo de calidad. También es cierto que en muchas ocasiones debe ser un técnico con una buena formación el que debe venir después a solucionar los problemas que estos trabajos rápidos y baratos dejan subyacentes.

En este mundo low cost internacional permite incluso  atractivos proyectos de aventura impensables no hace mucho, como el de unos periodistas que han llamado atomarpormundo.com. Son una pareja de periodistas españoles amantes de los viajes, que les recomiendo que vean en internet. Se dieron cuenta de que era más barato recorrer el planeta, dar una vuelta al mundo low cost, que quedarse en casa de brazos cruzados.

De ellos me quedo la frase: UN PAIS LO HACE LA GENTE

 

 

Leave a Reply

Your email address will not be published.Required fields are marked *