VACACION Y OPORTUNIDAD PARA EL REENCUENTRO

El tiempo vacacional que podamos tener también podemos hacer que sea un tiempo de conocernos mejor, y conocer más el entorno en que vivimos. Un período anual para el encuentro, empatizar con la familia o el amigo, y para compartir experiencias.

Por ejemplo, dos amigos. Uno cántabro, jubilado en la isla en la que vive desde hace más de 35 años, y otro que la visita desde hace más de 40 años, y está casado con una ibicenca, el sábado día 12 de agosto de 2023 finalizamos en Santa Inés nuestra primera etapa desde San Antonio Abad por las Iglesias de Ibiza y al martes siguiente, 15 de agosto de 2023, retomamos camino desde la Iglesia de Santa Agnés de Corona a la de Sant Mateu, intentando llegar por sendas que no sean carreteras.

Nos dirigimos al camino en coche, saliendo de Cala Bou, a las 6:30 am., para comenzar a andar en cuanto llegáramos. Tiempo muy caluroso y seco.

La carretera a Santa Inés desde San Antonio finaliza en una recta con cultivo a su derecha y el Pla con almendros a la izquierda.

Dejamos el coche en un aparcamiento a las afueras con la intención de recogerlo al volver desde la Iglesia de San Mateo también andando por el mismo camino – unos 10/11 kilómetros en total, fáciles de andar-.

¿Pero quién fue Santa Inés, y porque una parroquia dedicada a dicha Santa acompañada de unas pocas casas en el Pla de Corona?

La Iglesia, que se acabó de construir en 1812, tiene en su interior una talla de la Virgen del Rosario y de San Roque peregrino. Es un templo atípico por dos razones. En primer lugar, llama la atención por su escasa altura, única en la isla. Al parecer, la causa es que los vecinos de Corona entraron en competición con los de Sant Mateu, para ver quien acababa primero su iglesia. Ante las dificultades y la falta de medios, decidieron recortarla en altura para rematar antes el trabajo.

Además, el templo cuenta con dos entradas: la habitual orientada al sur, precedida de porche, y otra lateral. Esta segunda entrada se construyó tras un crimen ocurrido en 1870, en la entrada principal del templo. Muchos vecinos y familiares del fallecido se negaron a utilizar este acceso, que hubiera sido el previsto, por lo que se decidió tapiarlo y abrir una nuevo en la fachada de la plaza.

Cabe destacar que la festividad de Santa Inés, el 21 de enero, coincide con la época de floración de los almendros en el Pla de Corona. El nombre latino de la santa es Agnes, lo que se corresponde con la denominación Ibicenca.

Santa Agnés era una bella joven romana que se convirtió al cristianismo en edad temprana, de la que se enamoró el hijo de un gobernador romano que la quiso como esposa, pero ella le rechazó alegando que únicamente sería su esposo Jesucristo. Por ello el gobernador ordenó que la ingresaran como una prostituta del templo pagano, donde fue despojada de sus vestidos. Según la leyenda, su cabello creció el tiempo suficiente durante la noche para cubrir su desnudez y proteger su pureza. El hijo del gobernador trató de verla, pero fue cegado. Debido a estos acontecimientos, la gente de la época la veían como una bruja, y quisieron quemarla en la hoguera, pero el Señor la protegió y el fuego se extinguió milagrosamente.

Finalmente, en 304 d. de C., Agnés fue decapitada cuando tenía sólo trece años, porque no apostataba de su fe.

Se la recuerda hoy como patrona Santa y patrona de la pureza y castidad.

La floración de los almendros del Pla de Corona coincide con la festividad de Santa Inés, y ya sabemos que la flor del almendro es blanca, y el blanco simboliza la pureza.

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Romero de Torres pintó un cuadro de “La Muerte de Santa Inés” en 1920 del que no quiso desprenderse debido al cariño que su madre sentía por esta obra.

La parroquia del municipio de San Antonio se sitúa al noroeste de la isla, en el Pla de Corona (Llano de Corona), donde históricamente no ha habido un gran núcleo de población, sino que sus habitantes, en su mayoría payeses, vivían en casas diseminadas, con una mayor densidad alrededor del Pla de Corona (pero no en su interior, para aprovechar las mejores tierras y para evitar el posible peligro de inundaciones).

Durante el s XX muchas haciendas fueron abandonadas y muchas casas y sus tierras han pasado a manos de extranjeros y a un uso fundamentalmente turístico o de segunda residencia.

El Pla de Corona ha sido siempre un espacio emblemático para los ibicencos y un atractivo turístico durante el invierno por la floración de sus almendros. Sin embargo, de no renovarse las plantaciones envejecidas, en poco tiempo la floración del almendro en el plano será sólo un recuerdo.

Antes de marchar para San Mateo valoramos sobre acercarnos o no a Sa Penya Esbarrada, que son unas ruinas de una casa payesa de la época musulmana, porque desde el acantilado cercano, que llaman “Mirador de las puertas del cielo”, al que se llega por una pequeña subida desde las ruinas, se disfrutan de espectaculares puestas de sol.

Pero como íbamos de  amanecer, no de ocaso, y el sol no sale por esta parte de la isla, desistimos de ello, aunque es de advertir que desde ses Balandres, que está en esta parroquia, también cabe hacer una preciosa bajada a Es Corrals, que está frente a las islas de ses Balandres, más conocidas como ses Margalides, la mayor de las cuales es una gran roca con forma de arco, que alcanza 45 m de altitud y que tiene una forma muy característica, al estar agujereada por su parte central de tal modo que las embarcaciones más pequeñas pueden pasar por debajo.

Para ver amaneceres cabe acudir a Playa de Talamanca, Aguas Blancas, Playa de Las Salinas, Playa d’en Bossa, Figueretas; incluso desde el mismo San Antonio si uno sube a la ermita de la virgen, como casi todos los años hacemos nosotros. La pena es que hubo un incendio que espero que acaben recuperando el tupido bosque que poblaba la montaña.

Antes de decidir hacer nuestro peregrinaje por las iglesias de Ibiza, nos informamos sobre su procedencia, pues era chocante que todos los pueblos de la isla lleven nombre de un santo/a, menos la capital.

La Pituisa mayor durante más de 300 años fue poblada por sarracenos, que primero dependían de la Taifa de Denia y luego formaron un reino propio.

Existió en la isla solo la ciudad Madina Yabisa, que fundaron los cartagineses en el año 654 a.C., que llamaron Ibosim, que luego fue ciudad confederada romana, hasta que pasó al dominio musulmán (902 al 1229) con la denominación de Yebisah– al lado de la catedral existe un centro de interpretación en donde explican la evolución histórica de la ciudad-.

Tras la Batalla de las Navas de Tolosa en 1212, los almohades de las islas de Mallorca, Menorca e Ibiza quedan abandonados a su suerte, sin posibilidad de recibir apoyo militar desde la Península, y Jaime I, con sólo 20 años, rey del Reino de Aragón, convencido por Pere Martell, navegante y mercader, ordenó la conquista de las Baleares, por motivos no solamente de expansión territorial,  también de fortalecimiento de la lucha contra la piratería que se practicaba desde estas islas, y por el aspecto mercantilista de la conquista.

Conquistada Mallorca en 1229, cedió en feudo las islas de Ibiza y Formentera a sus tíos segundos, Nuño Sans y el infante Pedro de Portugal, con la condición de que las conquistaran en el plazo de dos años, pero no cumplieron su encargo; siendo Montgrí el arzobispo electo de Tarragona, ordenó la conquista a Guillem de Montgrí en las Cortes del Principado de Cataluña reunidas en Lérida el 7 de diciembre de 1234, donándole en feudo las islas con la condición de que las conquistara antes del día de San Miguel del año siguiente, es decir, antes del 29 de septiembre de 1235.

En aquellos tiempos que un clérigo se dedicará a combatir el islam era normal, y en esa época proliferaron las Órdenes Militares.

Al final, Montgrí se asoció con el conde de Rosellón y con el infante de Portugal, y estos participaron en la conquista en calidad de subordinados.

Algunos historiadores estiman que la población total de las islas rondaría las 7.400 personas, de las que, como mucho, un diez por ciento podrían haber participado de forma activa en la defensa de la Yabisa musulmana.

Tuvo lugar la conquista el día 8 de agosto de 1235. En la festividad de San Ciriaco, por lo que en ese día se celebra la conquista de Ibiza para el cristianismo por Guillem de Montgrí, en el reinado de Jaime I de Aragón, y se hacía con una merienda popular y fuegos artificiales, ahora sólo con estos últimos.

Guillém de Montgrí renunció al arzobispado para ser señor feudal de Ibiza y Formentera. Los sarracenos que no fueron expulsados acabaron, como en otros puntos de la Península, en condiciones de semiesclavitud, y la isla fue repoblada con gentes traídas del Ampurdán, Barcelona y Tarragona.

Siguió existiendo dos Ibizas, la de los nobles de la ciudad y terratenientes, y de los payeses y artesanos diseminados por su territorio.

En 1783, Manuel Abad y Lasierra, primer obispo de Ibiza, para tratar de paliar la rusticidad de los ibicencos del mundo rural, poco proclives a criterios productivistas, y como medio de civilizar sus costumbres muy rústicas, y facilitar el encuentro y las exornaciones de sus Párrocos.

Vamos que los payeses de la época no se complicaban la vida, eran pasotas de carácter, vivían de lo que les daba la tierra, y no ambicionaban más, y el obispo quiso complicarles la vida.

Se construyeron las iglesias-fortaleza que existen en la actualidad, que podían albergar a la población ibicenca en caso de peligro. Sin embargo, la mayoría payeses no abandonaron sus tierras para vivir cerca de la iglesia.

En la actualidad, muchas iglesias de Ibiza apenas están rodeadas de casas, como Sant Agnès o Sant Mateu cuya comunicación por camino queríamos recorrer.

Los pueblos que no eran la ciudad de Ibiza, como Santa Eulalia Des Riu, o Sant Antoni de Portmany, se acabaron formando fundamentalmente con la llegada del turismo.

Conviene también recordar que durante los siglos XVI y XVII en Ibiza se fue creando una clase mercantil y aristocrática y otra en el campo que se fue empobreciendo paulatinamente debido a las pestes y las sequías.

Las Germanías tuvieron un impacto significativo en Ibiza, pues al ser reprimidas se inició un período de miseria, agravado por el cambio de rutas hacia el Atlántico después de los descubrimientos de 1492, y por los ataques de los turcos en 1536, y la gran peste de 1652.

La ciudad, principal puerto y puerta de la isla, contaba con un importante activo añadido en su base económica exportadora, las Salinas, explotadas desde la antigüedad y hasta nuestros días.

Tras la Guerra de Sucesión a la Corona española entre austriacos y borbones, el rey Felipe V, en 1715, con la excusa de una mala administración, despojó al gobierno de Ibiza, por su apoyo a los perdedores austriacos, de las rentas de sus salinas.

El empobrecimiento de la isla continuó durante todo el siglo XVIII, y las diferencias entre los habitantes de la ciudad de Ibiza y el campesinado fueron a más, hasta que, a principios del siglo XIX, las tensiones sociales estallaron. Los payeses armados fueron contra la ciudad, aunque fueron derrotados y juzgados sumariamente en 1824. En tiempos de la Restauración, tras nuevas movilizaciones, muchos campesinos fueron expulsados de la isla.

A partir de 1868 Ibiza se benefició de la aportación de los capitales procedentes de Cuba y del establecimiento de los servicios regulares de barcos con la península, iniciándose una lenta recuperación hasta la Guerra Civil.

Se reflotaron las salinas, con importantes inversiones. En 1896 se introdujo además el tren que iba desde los estanques hasta la zona de apilamiento y desde allí, al puerto privado de La Canal. Fruto de aquellas mejoras la producción pasó de 6.000 toneladas anuales a 55.000 en apenas dos décadas.

Un abuelo de mi mujer trabajó como uno de los hombres de la foto.

Durante la Guerra Civil Ibiza sufrió los ataques de ambos bandos con más perdidas personales que materiales.

El crecimiento económico y poblacional no sostenido de Ibiza se viene produciendo contemporáneamente por el boom turístico, pero sobre ello ya hemos tratado en el relato de la primera etapa.

Partimos para San Mateo ya habiendo amanecido, y con los dos bares de Santa Inés cerrados a esas horas, sobre las 7 de la mañana.

La casa blanqueada colindante a la iglesia de Santa Inés fue un molino reformado hoy para otros usos.

También a nuestra izquierda, según salimos por Camí Corona de Dalt vimos una unidad básica de salud.

A la derecha un establecimiento de agroturismo en el que pasó sus últimos días el filósofo D. Antonio Escohotado, que falleció en noviembre de 2021, y está enterrado en Santa Inés.

En el hotel de turismo rural podemos apreciar una bicicleta tradicional en un entorno que ha sabido mantener el sabor rural ibicenco de Santa Inés.

Esta bicicleta impacta por lo que evoca, recuerdos por los que muchos regresamos.

También goza la oferta hotelera de hoy Ibicenca de medios para los clientes que en otros sitios de turismo rural son difíciles de ver.

En muchos casos de forma sostenible y circular.

El camino hacía San Mateu desde Santa Agnés, antes de tierra, ahora está asfaltado y sin arcenes o con arcenes muy pequeños.

Ese es uno de los problemas de hacer senderismo, e incluso ciclismo en la isla. No se entiende que se hayan asfaltado caminos y realizado carreteras, sin pensar en muchos casos en el caminante o el ciclista no deportivo.

Nuestra marcha discurrió en ese camino asfaltado, no muy transitado por vehículos de motor. Fue una grata sorpresa que no éramos los únicos caminantes a esas horas.

Un cartel nos advierte que vamos en buena dirección por el Cami Vell de Sant Mateu, que en Google map llaman Camí Corona de Dalt.

Existen cultivos a lo largo del camino, pero también muchos terrenos abandonados y con maleza. Con los incendios que hemos sufrido este verano (Tenerife, Canadá, Hawái), sería muy conveniente cuidar la limpieza de los terrenos, especialmente cercana a los caminos y carreteras.

El campo ha dejado en general ser una forma de vida de las familias ibicencas.

Es más rentable dedicarse a otras actividades, fundamentalmente las relacionadas con el turismo. Muchas familias ibicencas residentes antes del boom turístico viven ahora con una confortabilidad impensable en una vida rural que tenga como fundamental ingreso el trabajo agrícola.

Comentamos como las nuevas posibilidades energéticas y de obtención de agua que las últimas tecnologías permitirían preservar la identidad agraria de la isla, e incluso revertir el abandono del campo por sus residentes.

 

La actividad agrícola no sólo es un medio de vida, también tiene un gran valor ecológico, etnográfico y paisajístico, si se ejercita de forma sostenible. Vivir y dejar vivir el ecosistema de la isla debería ser seña de identidad de la marca Ibiza.

Preocupados por la turificación del campo, el Consell de Ibiza ha aprobado el 30 de enero de 2023 una modificación del Plan Territorial Insular (PTI), que prohibiría con carácter general nuevas licencias del alquiler turístico en suelo rústico, con ciertas excepciones.

La cuestión es si dicho alquiler se controlará de forma efectiva o se seguirá haciendo de manera indirecta, y si los incentivos agrarios en los que se están pensando para evitar su abandono serán efectivos y si llegarán a tiempo de evitar un abandono agrario irreversible.

Por otra parte, existe una moratoria en la posibilidad de adquirir licencias turísticas, establecida por la Ley 3/2022 de medidas urgentes para la sostenibilidad y la circularidad del turismo de las Illes Balears.

También respecto de Formentera se ha establecido un techo de ocupación, y desde 2019 existe Formentera.eco, que pone techo a la entrada de vehículos la Pitiusa menor. Su lema es “Nuestro objetivo es que sus hijos continúen enamorados de Formentera”.

Conversando sobre la sostenibilidad y especialmente disfrutando de las fragancias del olor a humedad de las plantas por el rocío de la mañana, continuamos nuestro camino hacia San Mateo. En los caminos de Ibiza andando es común oler a hinojo, tomillo o romero.

Con la flor del tomillo cabezudo muy común en la isla, que florece en verano, de color lila, es la base de la Frígola (tomillo en castellano), que es un licor estomacal muy tradicional de las Pitiusas.

Sobre las 7:40 llegamos al cruce con el Camí des Brolls, justo a la altura de la señal de carretera que indica que a la izquierda iríamos a Santa Agnés y a la derecha a Sant Mateu y más allá a Sant Miguel, que sería la iglesia a la que iríamos en nuestra tercera etapa ya desde Sant Mateu.

El Camí des Broll precisamente es el que seguimos en nuestra primera etapa, pero que no llegamos hasta este cruce, sino que cuando cruzó la EI541, lo abandonamos para seguir por esa carretera hasta Santa Inés.

Preciosas casas payesas con su cultivo existen en este camino.

Ibiza se ha venido caracterizando por sus casas payesas, con un diseño una vivienda ante todo austera, funcional y totalmente adaptada a las necesidades de la época en la que se construía.

Los escasos elementos decorativos, como los arcos y las balaustradas, se concentran en la fachada principal. Caracterizada por sus anchos muros y una estructura que favorece la eficiencia energética.

La costumbre era empezar por una habitación con gruesas paredes de piedra, cubierta por un techo plano apoyado en vigas horizontales, casi exclusivamente de madera de sabina, que era muy abundante en la isla, y a ese cubo se unían de forma armónica otras instancias con sus propios techos, por lo que la casa se construía por fases, según las necesidades y la disponibilidad de materiales.

Las ventanas eran pequeñas y antiguamente no tenían vidrio, lo que garantizaba la ventilación necesaria para la transpiración de muros y tejados.

Tanto los interiores como los exteriores de la finca ibicenca muestran un claro parentesco con las casas árabes del medio rural, a diferencia de las viviendas de Mallorca y Menorca, que se asemejan a las masías catalanas.

Los arcos de entrada a la finca o feixa son propios de esta isla.

En casas rurales de Túnez o Argelia encontramos rasgos muy similares a la finca ibicenca, con la misma economía de medios, la horizontalidad y una composición de módulos de las estancias.

La sabina era la madera empleada para las vigas de la casa. Crece en estado salvaje, formando un arbusto que podado adecuadamente se trasforma en un árbol. Es de lento crecimiento, y más difícil de trabajar que el almendro, el pino o el olivo, pero ofrece una mayor estabilidad. Los insectos no pueden con ella y, por si fuera poco, es prácticamente imputrescible, de manera que, sin la más mínima alteración, soporta la intemperie, el contacto con el agua y el poder abrasivo de la sal, razón de que se utilice en los barcos y travesaños de los embarcaderos que quedan sumergidos en el mar.

Delante de las casas también se solía construir un porche (porxada), siendo el arco de los mismos un elemento intercambiable con los pórticos adintelados.

Hoy ante la dificultad de encontrar sabina para la reconstrucción o rehabilitación de las casas se recurre a sabina importada de otras regiones, como Soria, pero las características de esta no son iguales a la Ibicenca, siendo la autóctona más dura y resistente.

Otro elemento característico de la vivienda rural es el secadero ( parxef), situado en un lugar alto, ocupando la superficie del tejado.

Ante una economía del campesino cercana a la subsistencia durante la mayor parte de su historia, con un clima de veranos calurosos, lluvias escasas e inviernos húmedos y un paisaje montañoso con escasas tierras para el cultivo, aprovecha las rocas del terreno para sus cimientos y paredes, sin procesos de fabricación más que la mezcla de argamasa y los hornos de cal, situándola en una pendiente de la colina, dejando la montaña detrás, pero en una superficie alta y con ligera inclinación para evitar humedades y la lluvia torrencial, y protegerla de los vientos del norte.

Las azoteas sirven para recoger el agua de lluvia que se canaliza a través de una cisterna para su posterior consumo. Originalmente se componían de tres capas: una de madera de sabina, otra de cenizas y plantas marinas (posidonia oceánica) y una capa de arcilla, que actuaban como aislante e impermeable.

Las reformas y construcciones de las casas rurales ibicencas modernas ya emplean otros materiales y tienen considerables diferencias de forma y composición con respecto a las fincas originales, y se adaptan a los nuevos usos, como es el agroturismo, pero sería bueno no olvidar las bases que sembraron los que hicieron que Ibiza siga siendo un destino preferido en todo el mundo.

Sobre las 8 am vimos en nuestro camino un pozo antiguo de los que se sacaba el agua pluvial con maroma y cubo, en una finca payesa, en la que todavía vive un payés mayor de toda la vida, y con el que dialogamos a la vuelta para recoger el coche en Santa Inés, pues se le escapó una oveja y se iba al camino.

También pasaron algunos ciclistas deportivos de carretera, pues una ruta fácilmente ciclable.

Apreciamos varias casas verdaderamente payesas y terreno cultivado antes de llegar a nuestro destino.

San Mateo está ya en otro valle tras una colina de nuestro camino, y desde este valle se puede llegar a Cala Aubarca, destino de turistas y ciclistas.

 

También hay una bodega a la que se llega por un camino que sale a la izquierda del asfaltado. Esta es una bodega relativamente reciente fundada por un suizo integrante del conjunto Yello de estilo música electrónica de 1980 en Ibiza. En el término hay otras bodegas más antiguas.

Pero nuestro Camino no tenía la meta de una bodega, que las hay y se embotellan excelentes vinos de la isla actualmente, ni íbamos a una cala, nuestro destino era la iglesia de San Mateo, y por ello seguimos por el camino asfaltado de la derecha, y ya estábamos cerca.

El cruce está señalizado con señal de tráfico, pero te puedes equivocar si no estás atento e irte hacia la bodega en vez de hacia San Mateo, por lo tanto, no “ojo de ibiza”, sino “ojo de pueblo”.

Ya veíamos San Mateo.

Nos cruzamos con varios ciclistas deportivos algunos de gravel que irían a Cala Aubarca por un camino de tierra que sale a la izquierda por el nosotros caminábamos.

Ya se divisaba claramente la iglesia a las 8:26 am

Pasamos por la puerta del cementerio de San Mateo, cerrado.

Hubiéramos entrado pues la madre de mi mujer en su juventud era de Can Maimó.

En la subida al pueblo hay un polideportivo y por fin nuestro destino.

 

Existe un restaurante enfrente de la iglesia, pero a esas horas cerrado, por lo que nos tomamos un refrigerio que llevábamos en su terraza antes de volver a Santa Inés por donde habíamos venido, y visitamos el parque que en la montaña de enfrente también existe, desde el que sale otro camino para la cala Aubarca.

Nos dimos una vuelta por los alrededores de la iglesia, que nos valía además de inspección para continuar en nuestra siguiente etapa a San Miguel desde la iglesia de San Mateo.

Retomamos de nuevo nuestro camino de regreso.

A mitad de camino se aprecian montes que te incitan a subir para ver la vista desde sus cimas.

De hecho, existen en la cima más cercana a Cap des Mossons las ruinas de una misteriosa fortaleza- Torres de Lluc-, seguramente para defenderse de las invasiones, especialmente piratas, a las que se puede acceder por una senda en el bosque o a partir de un establecimiento de agroturismo apartado en dicha montaña.

Llegando a Santa Inés de nuevo, nos cruzamos con una esforzada turista que en bicicleta se dirigía a la Cala de Albarca, lo que la honra por el vehículo elegido, pese a las cuestas y el calor de esa hora.

En Santa Inés antes de volver nos tomamos u refrigerio y pudimos oír misa en ibicenco a las 11 am

 

Finalizamos este relato amigo lector, esperando pudiera ser de su utilidad esta experiencia, como lo fue de agradable para nosotros, y también recogemos dos videos de la llamada isla blanca de 1947 y 1944.

Especialmente dedicamos esta aportación a una amiga llamada Maribel que cumple años el 2 de septiembre de 2023.

Ultreya.

https://youtu.be/fGQsuSCjewo

Un saludo.

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