EL CAMBIO

En agua de colonia
bañaba a su marrano Doña Antonia,
con empeño ya tal que daba en terco;
pero, a pesar de ser tan obstinado
no consiguió jamás verle aseado
y el marrano en cuestión fue siempre un cerdo.
Es luchar contra el sino
con que vienen al mundo ciertas gentes,
querer hacerlas pulcras y decentes.
¡El que nace lechón, muere cochino!

Para que una persona cambie es imprescindible que quiera hacerlo. No depende de nosotros, sino de su propia voluntad.

A menudo nos empeñamos en cambiar actitudes o comportamientos de los demás, sin tener en cuenta que algo que para nosotros puede ser muy importante para el otro no.

Llega un punto en que sólo cuando una relación o un sistema se ha deteriorado casi totalmente es cuando reaccionamos, y ya la cuestión tiene difícil solución.

Si quieres que cambie algo que no te gusta, tienes que trabajar tú mismo para que eso cambie, no esperes que algo o alguien lo haga por ti, porque eso no va a pasar normalmente.

Hay que tener en cuenta que las personas no sabemos leer el pensamiento, ni podemos sentir por otro, aunque si podemos intentar empatizar con el otro, lo que no quiere decir que le justifiquemos.

Si queremos que  mejore una relación o una situación, hay que enfocarse en el otro y decirle con inteligencia lo que queremos, que podemos seguir tolerando y que no, y nuestra decisión.

Si no te gusta como te tratan, empieza tú a valorar a los demás, y en todo caso esperar que el otro adivine lo que sentimos o esperamos no suele servir normalmente. Es más positivo y sincero que si hay algo que a uno no le gusta, decírselo al que consideramos responsable de lo que nos desagrada, y hablarlo con él.

En definitiva, si quieres que tu mundo cambie, empieza por cambiar tú mismo.

Leave a Reply

Your email address will not be published.Required fields are marked *