No nacemos para consagrarnos exclusivamente a un trabajo o a un servicio. La alternancia trabajo o servicio y descanso es fundamental para una vida saludable y productiva.
He conocido a muchos hombres que al final de su vida llegan a la conclusión de que, aunque durante su época de juventud y de fortaleza tuvieron enormes conocimientos, dones, realizado grandes obras o gestionado grandes negocios; pero fue vanidad de vanidades porque descuidaron ser foco de amor, fraternidad, alegría y paz para los demás.
De ahí la importancia del descanso. No para desconectar, sino para orar, para meditar, para auto conocerte, y para relacionarte más personalmente, más intensamente con tu entorno externo al de tu trabajo. Con tu familia, tus amigos y para ayudar a otros en su pobreza. Una pobreza que a lo mejor no es monetaria sino de otra naturaleza, como de enfermedad, soledad o necesidad de cariño.