MANIPULACION POR EL LENGUAJE

La manipulación por el lenguaje es un fenómeno que consiste en usar las palabras de forma estratégica para influir en las opiniones, actitudes y comportamientos de las personas.

Creo que estamos sufriendo una manipulación de nuestro lenguaje de manera excesivamente descarada e intensa, pero no con fines comerciales lo cual siempre ha existido, sino con un propósito más inquietante, como es modificar la conciencia social en aspectos que interesan a un determinado grupo político o de presión, algunos internacionales.

Es evidente que el sistema político dominante a nivel mundial actualmente es una plutocracia, y por ello cada vez es más difícil que un pequeño proyecto autónomo triunfe en una sociedad controlada por los grupos de presión que han acumulado un poder económico y político no conocido en otras épocas de la historia del hombre.

Estos poderosos a través de las organizaciones internacionales e instrumentos y personas locales, no sólo controlan el poder político de Estados que en apariencia se consideran independientes, sino que van introduciendo un neolenguaje para modificar la voluntad de sus ciudadanos, y socavar los valores que han venido rigiendo en esa sociedad. Utilizan el lenguaje como un instrumento importante en esa ingeniería social, realizada muchas veces con proyección de largo plazo, incluso décadas.

Controlan nuevas herramientas como la inteligencia artificial, nuevos medios de comunicación como redes sociales, y contratan personas en esos medios, y lo fomentan en los discursos políticos, también en la educación, introduciendo en las conciencias la respetabilidad de determinadas actitudes, actos o valores que no lo tendrían o no lo tenían en la conciencia social que se trata de manipular con su inserción.

El escritor Eric Arthur Blair, escritor que siempre se manifestó  contra el totalitarismo y estuvo a favor del socialismo democrático, más conocido por su seudónimo  George Orwell – Rebelión en la Granja (1945) y su novela distópica 1984 (1949)-, ya denunciaba que  totalitarismo y la perversión del lenguaje estaban directamente relacionados. El escritor reprobaba la retórica política que busca confundir, ocultar realidades y evadir responsabilidades.

Las ideologías totalitarias suelen utilizar el lenguaje como instrumento de adoctrinamiento, suprimiendo las palabras que no interesan para la ideología o dándolas un significativo que no tienen pero que ocultan el sentido negativo o inmoral de lo que se trata de imponer en las conciencias.

Por ejemplo, el nacionalsocialismo utilizó una determinada retórica. Se hablaba de la «solución final a la cuestión judía» para referirse al plan de exterminio de todos los judíos del mundo; de la «vida indigna de ser vivida» consistía en matar a enfermos, y se le dio el nombre de «departamento pediátrico» a las salas donde se hacían experimentos con niños discapacitados mentalmente, para luego matarlos. Además, adoptó muchos términos religiosos para expresar su ideología, como «credo», e implementó en sus rituales públicos algunos de la liturgia eclesiástica, como el grito de respuesta Sieg Heil (victoria, salvación) de las «masas» a los discursos de Hitler, que correspondía formalmente al amén de la liturgia.

Para manipular por el lenguaje suelen utilizarse eufemismos, que son palabras que suavizan o disfrazan la realidad; y las palabras talismán, que son palabras que tienen un efecto fascinador y que se asocian con conceptos positivos o negativos.

Por ejemplo, una palabra talismán es la que se une para revestir de legitimidad un proyecto que a lo mejor no lo tiene, pero si con términos como progresista, igualitario, solidario, democrático; o en sentido descalificador o peyorativo, términos como facha o autoritario.

Cuando un político o un intelectual se autodefine como «progresista», lo hace porque estima que este vocablo encierra una alta significación y le exalta de forma automática. Pero hoy sabemos bien que tal vocablo, como otros afines, puede no tener un contenido real.

A menudo los que utilizan la tergiversación de las palabras no intentan resolver un problema lingüístico, sino que lo efectúan con un interés político o de otra índole no fácilmente detectable.

Por ejemplo: en junio de 2021, en el Día Internacional del Orgullo LGTBI, la ministra de Igualdad de España, afirmó en la televisión pública que siempre estaría «del lado de un lenguaje que haga sentir a todas las personas que son importantes, y que existe un compromiso con ellos, ellas y elles». Montero estaba usando un pronombre neutro para reivindicar la existencia de los individuos no binarios, que no se identifican con el género masculino ni femenino. Aquí, el concepto elle importa más como reivindicación política que como reforma lingüística. En este ejemplo la solución no es crear un género neutro, sino que las mujeres (o, por ejemplo, los individuos no binarios) se apropien de los genéricos en lugar de sentirse excluidas.

Otros ejemplos de manipulación del lenguaje contemporáneos pueden ser:

– El lenguaje inclusivo al que nos hemos referido: Como Elle, nosotres, vosotres, todes:  Eliminar los sexos y sustituirlos por géneros, que son tantos como uno quiera.

– Sexo vs. género: La distinción de sexo y género no es universal. El Oxford English Dictionary define «género» de la siguiente manera: En su uso moderno (especialmente el feminista): eufemismo para el sexo del ser humano, a menudo con la intención de enfatizar las distinción social y cultural entre los sexos, en oposición a la distinción biológica.

En español, sexo y género no son sinónimos, ya que sexo se refiere a una condición orgánica,​ mientras que género se usa para clasificar personas o cosas con características similares (por ejemplo, el género gramatical, el género en biología o el género artístico). Desde 2014, el Diccionario de la lengua española recoge la tercera acepción de género como una categoría sociocultural, pero no biológica, «al que pertenecen los seres humanos de cada sexo».

Educación “segregada”: Los que buscan acabar con la educación diferenciada la denominan así con un tono peyorativo, insinuando que margina a las personas.

– Caridad vs. solidaridad: Se denigra el primero bajo la falacia de que quien ejerce la caridad se siente superior, cuando en realidad es la muestra de amor al prójimo.

-“Interrupción voluntaria del em­ba­razo”: Un eufemismo para ocultar la palabra “aborto”, como si una vez practicada la muerte del feto pudiera el embarazo continuar.

– Vientre de alquiler vs. gestación por sustitución o subrogada: Hay un empeño en eliminar el primer término, para ocultar la cosificación de la mujer provocada por un poder económico frente a una necesidad de una mujer o de su familia y el reprobable comercio de estas prácticas, que supone en muchos casos limitar el conocimiento genético del concepturus y la alteración de la filiación por parto de los así nacidos. Prácticas que han sido reiteradamente condenadas por Comités Éticos. Se emplea el eufemismo incluso en la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción humana asistida, evitando en todo momento denominar a este proceso vientre de alquiler como popularmente se designa, incluso al determinar que la filiación de los hijos nacidos por gestación de sustitución será determinada por el parto.

Los eufemismos de la Ley de Eutanasia 3/2021: Ayuda a morir”, “muerte digna”, “ayuda médica a morir”, “ayuda para morir”, “muerte medicamente asistida”, “asistencia en el proceso de la muerte”, etcétera son empleados frecuentemente para referirse a la eutanasia, que no es otra cosa que ayudar a que una persona se suicide. De hecho, la Organización Médica Colegial no lo considera un acto médico.

Además «Muerte digna» es un eufemismo sobre otro eufemismo que anuda la idea que ante ciertas situaciones de dolor y sufrimiento la salida digna es el suicidio frente a aguantar el dolor y sufrimiento que lleva a una muerte indigna. Es decir, por ejemplo, puede evocar que la muerte del enfermo crónico terminal que no se quita la vida, puede ser indigna.

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