El mensaje del discurso de la Sra. Meryl Streep en la entrega de los premiso Príncipe de Asturias de 2023 a mi modo de ver es aplicable al ejercicio de la profesión de abogado de familia.
Porque es cierto que la función del abogado no es juzgar al cliente que representa y defiende. Para juzgar ya está el juez.
Juzgarle puede hacer que el mismo cliente le aparte como abogado de confianza al que acudió para que le tramitara y le defendiera en su ruptura sentimental con la otra persona.
El compromiso que adquiere el abogado que asume defender a un cliente en proceso de ruptura con otra persona es defender la causa de su cliente lo mejor que pueda, sintiendo lo que le ocurre desde la cabeza del cliente. Pero a la vez el abogado tiene que ver más allá que su cliente.
Poner a disposición del interés de la persona que defiende su conocimiento profesional sobre la regulación jurídica sobre el asunto de que se trate, y su experiencia en la resolución de casos análogos, desde la situación actual y previsible del sistema de justicia, y desde el entorno social y económico en que su cliente vive y trabaja.
Por lo tanto, el abogado deberá hacer un juicio prospectivo sobre la mejor solución del conflicto en que no sólo está inmerso su cliente, y en el que pueden estar afectados hijos comunes, y tener en cuenta el interés superior de los hijos menores como principio fundamental de su actuación.
Por ejemplo, valorar la dilación que se produce si se mantiene el conflicto contencioso por los trámites del sistema de recursos, o que efectos pueden tener en una liquidación contenciosa del patrimonio común, o como se desarrollará un régimen de guarda en un entorno de tensión entre los progenitores.
Deberá considerar el abogado que si se mantiene una patria potestad compartida o conjunta, ambos padres deben seguir tomando decisiones sobre sus hijos de forma mancomunada, y en un entorno conflictivo, el ejercicio de esa patria potestad que en vez de ser instrumento de apoyo para los hijos, puede ser un campo de discusiones, en el que ambos lleven miedos, frustraciones y odio; de forma que manteniendo las escopetas cargadas de ambas partes o de una sola, no sobre el papel, pero si en el sentimiento, el conflicto puede renacer con tal profundidad, que ya nadie pueda tirar una cuerda a ambos padres para sacarles del pozo que ellos mismos se han cavado o uno de ellos no ha sabido evitar.
De ahí la labor importante, no sólo de los abogados de familia, sino de todos los operadores jurídicos que trabajamos en la solución del conflicto, de intentar al menos devolver en alguna medida la capacidad de empatía y escucha entre sí a las partes, especialmente si en el conflicto de familia están involucrados hijos menores de edad.