Jesús predicó el amor al prójimo, paz, y luz, en una época y en un mundo oscuro. Pregonó el perdón y la humildad, y dio hasta su vida por su evangelio.
Cristo, como Hijo del Hombre, soportó como ejemplo vivo para los que les seguían y le siguen, lo que muy muy pocos hombres pueden soportar.
El perdón y la misericordia que nos indicó tiene pocas excepciones, perdonando incluso las blasfemias contra Él como hombre. Pero cuidado, no contra Dios. Al que hable contra el Espíritu Santo no tiene perdón, advirtió. Y enseñó cuidarnos de no caer en el fariseísmo.
No es fácil para las mujeres y hombres llevar en nuestra vida diaria el evangelio de Cristo. Requiere de una firme decisión convencida, y constancia en llevarla a efecto en nuestra acción, omisión e incluso pensamiento, lo que supone un chequeo propio diario, corrigiéndonos a nosotros mismos. Solo podemos llevarlo a efecto manteniendo la Fe, con mucha oración, y con la fuerza divina del Espíritu Santo.
María es ejemplo de cómo seguir en nuestra vida terrena el evangelio de su Hijo. Sirvió a Cristo, y a la primera comunidad cristiana, sin buscar ningún tipo de reconocimiento, en silencio, sin protagonismos. Acepta el destino de su Hijo, y se entrega con plena disponibilidad a la misión del Padre en ella y en Cristo, sin desfallecer. Estuvo en el calvario de su hijo, poniendo amor de Madre, en su dolor, simplemente acompañándolo, con su presencia.
Gracias Madre.
La verdad de Jesucristo y la Fe de María está implícita en las letras de On The Turning Away de Pink Floid.