Cuando carecemos de sentido espiritual, nos falta motivación, resiliencia.

Cuando la espiritualidad es colectiva, la sociedad es solidaria, y forja un destino común, de forma que difícilmente existirá una sociedad cohesionada sin una espiritualidad extendida en sus ciudadanos.

La espiritualidad colectiva también inspira nuestro proyecto de vida diario, y el esfuerzo por llegar a esa meta que me he trazado, de forma compatible con el proyecto de los demás.

La falta de espiritualidad individual lleva al hastío, a la tristeza, a la depresión, al egoísmo. La falta de espiritualidad colectiva lleva a la pérdida de identidad de pueblo, a la competencia desleal, a la lucha social, a la corrupción y a horrores sociales.

Hace 2020 años Jesucristo reveló al mundo un Camino espiritual hacia Dios que cambió la forma de entender la vida y a proyectar una nueva sociedad universal basada en el Amor y la Caridad.

Cierto es que se ha utilizado a Cristo para cometer horrores sociales y personales; pero la espiritualidad que transmitió Jesucristo ha dado sentido individual a millones de vidas, y ha impulsado millones de proyectos colectivos.

El llamado bienestar social europeo es producto del valor por el cuidado mutuo cristiano.

Actualmente Europa y especialmente España, y el mundo en general, se encuentra en un proceso de involución de sus valores cristianos, lo que facilita la manipulación y obediencia a otras fuentes materiales del comportamiento, sin cuestionar su autoridad moral, ni la bondad de sus normas.

Los que detentan el poder realmente hoy suelen ser desconocidos, pues actúan reservadamente o mediante sociedades o asociaciones pantalla, políticas, económicas, supuestamente altruistas, científicas, de comunicación, etc.

En estas condiciones entramos en la era del hombre “desespiritualizado”. Es una vuelta al hombre antes de Cristo, que siguen los dictados que les marcan otros hombres.

Una sociedad en la que el Camino de Jesús, y el sentimiento de Dios, demasiado pervertidos por los hombres, son conceptos desgastados, que no inspiran en la nueva comunidad globalizada que se promueve.

La cuestión para muchos es si en esta nueva sociedad que se está gestando pueden forjar un proyecto de vida personal y familiar que les satisfaga.

Este nuevo orden social parece antagónico a una democracia de hombres formados e informados, que, unidos por valores comunes, quieren regir su propio destino, bajo las normas que ellos mismos acuerdan por mayoría, pero con respeto a las minorías.

Los poderes dominantes de esta nueva sociedad que nos viene no toleran un Poder Judicial como contrapoder independiente, con jueces tutelantes del derecho de los ciudadanos, incluso frente al poder político gobernante.

En este nuevo orden mundial me parce que se busca otro perfil de jueces. Se promueve un juez técnico muy resolutivo respecto de conflictos horizontales entre ciudadanos, pero inocuo frente al poder político con voluntad ilimitada de mando.

Sin embargo hay que seguir luchando por mantener la esperanza de un mundo mejor, y de que el Camino de Cristo, cada día, se haga una realidad al menos en mí mismo.

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