Salimos dos amigos desde Cala Bou –San José/San Antonio de Ibiza-, a las 6:50 minutos, de amanecida en un día 12 de agosto de 2023, caluroso y seco, con tan solo mochila pequeña con una botella de agua congelada, para buchitos durante el camino.
Mi amigo reside en la Pitiusa mayor desde hace 35 años. Es un Cántabro que no ha perdido su esencia montañesa, pero ha hecho toda su vida laboral en Ibiza donde finalmente se ha jubilado. Yo soy un turista, propietario de un pequeño apartamento en la Isla, y todos los veranos vuelvo a reencontrarme en la misma con él, y con la familia de mi esposa que sí es Ibicenca, pero residimos en Madrid.
Caminamos por Carrer des Caló hasta la Rotonda del monumento que llaman “el huevo” en San Antonio Abad, siguiendo luego Av. Portmany y Carrer Manuel Sorá, dejando a la izquierda la Estación de Autobuses de San Antonio.
En la rotonda donde se encuentra el Mercado de la Cooperativa agrícola, tomamos a la derecha dejando la PM-812. Caminando por la izquierda de Camí de Sa Vorera nos encontraremos vehículos que van hacia San Antonio a trabajar, pero ya es de día, no son excesivos, y respetan al caminante, no obstante, conviene tener cuidado con la circulación a motor.
Ya cuando iniciamos el Camí de Sa Vorera podemos observar vestigios de la Ibiza rural y de sus payeses, que fue uno de los motivos que hicieron que personas de otras tierras vinieran a la Isla en busca de su tranquilidad, naturaleza y una vida más humana, o a pasar su tiempo de descanso a esta Isla.
En el año1932, el filósofo alemán Walter Benjamin (Berlín, 1892-Port-bou, 1940) escribía: “Se entiende que la isla está realmente al margen del comercio mundial e incluso de la civilización, de modo que es preciso renunciar a toda clase de comodidades. Pero no cuesta hacerlo, no solo a causa de la paz interior que da la independencia económica, sino también por el estado de ánimo en el que este paisaje, el más intacto que jamás he visto, le pone a uno”.
Pero esa vida natural, estoica, pero tranquila, de los años 40 a 60, nada tiene que ver con la Ibiza actual. Sin embargo, esta fue una tierra que no solo permitió encontrar una senda de cordura, de autoconocimiento y de paz a Benjamín, sino que en la que podía vivir por 1,80 marcos diarios.
Empresarios avispados supieron hacer del espíritu del movimiento hippie que recaló en la isla un negocio turístico inmenso de fiestas y hoteles, que ha dado lugar a los excesos actuales, y una de las ratios de turista por residente más elevadas del planeta, y al no saber parar en un nivel de adecuada sostenibilidad de sus recursos.
A partir de 1960 en Ibiza, como en todas las Baleares, comenzó un frenético crecimiento turístico, con la ayuda de música electrónica y fiestas, libertad sexual, drogas y el paraíso natural que era la isla.
Desde 2017 en las Pitiusas se superan los 2.000 turistas por cada 100 habitantes. Con una ratio de 20 turistas por residente en 2019 -el segundo mayor del mundo-, la creciente turistización de la economía también ha generado problemas sociales, y una necesidad creciente de grandes equipamientos e infraestructuras, que no se han llevado a cabo de manera eficiente y acompasada a ese crecimiento.
Los precios de alquiler también se han disparado, con aumentos del precio del alquiler en temporada que por ejemplo se dobló en 2019 respecto de 2011, y que da lugar a que el 82% del salario medio en la isla se destine íntegramente al pago de alquiler de la vivienda, cuando la UE establece que un hogar está sobrecargado cuando los costes de la vivienda sobrepasan el 40% de la renta disponible.
Conforme a un informe de 2022, el número de vehículos era de 154.454. Esto significa que el índice de motorización alcanza el 1.011. Por tanto, en la isla hay más de un vehículo por persona (incluyendo a los menores de edad) en una red viaria que cuenta con unos 200 kilómetros. El Consell en 2023 cifra en una entrada de vehículos para el alquiler de 10.000 en julio y agosto-, a lo que hay que añadir los taxis de temporada.
También el areopuerto se ha ampliado, y se está ampliando su aparcamiento, y en cuanto al puerto de Ibiza también se han efectuado remodelaciones contando con muelles tanto para mercancía como para pasajeros, y con un dique, el Botafoc, donde se realiza la descarga del combustible que consume la isla, y amarran los grandes cruceros turísticos que en épocas turísticas recalan en la Isla.
Según datos de areopuerto el número de personas pasajeras en 2021 ya era de 4.835.057 millones, lo que significa más de 800.000 visitantes más que en 2016, según el Informe de sostenibilidad de 2022. Pero esas cifras se han machacado sólo en el primer semestre de 2023. El Aeropuerto de Ibiza registró un total de 4.947.087 pasajeros entre enero y julio, lo que implica un crecimiento del 11,5% respecto al mismo periodo de 2022. En el mes de julio de 2023 se registró un récord de pasajeros, 1.435.352 viajeros. Esto significa un 6,8% más que en el mismo mes de 2022. De esta cifra total de julio, 1.432.735 correspondieron a pasajeros comerciales, de los que 938.262 viajaron en vuelos internacionales, lo que supone un aumento del 6,5% respecto a julio de 2022. Por su parte, 494.473 lo hicieron en vuelos nacionales, un 7,9% más que el año anterior.
Ibiza es hoy primordialmente una marca basada en el espíritu de un pasado y en la fiesta presente, en lo que queda de una naturaleza aún no devastada.
Actualmente tiene una población regular de unos 170.000 habitantes, que va creciendo, porque el turismo da trabajo si tienes lugar de estancia, y teniendo la más alta renta per cápita de todas las Islas, sus servicios públicos de trasporte, sanidad o seguridad pública, son bastante mejorables.
Si a los residentes actuales regulares e irregulares en verano unimos sus turistas, tiene una enorme presión humana, estando la mayor concentración de residentes y turistas en Ibiza, Santa Eulalia y San Antonio.
El agua de Baleares es dura, no se utiliza para beber. Para beber se compra agua embotellada, lo que determina un coste y logística personal a tener en cuenta. La presión turística, y el descontrol en el uso de las aguas subterráneas conlleva un enorme consumo de su capacidad de agua no salada, que se intenta abastecer con tres desaladoras en los municipios de Vila, Santa Eulària y Sant Antoni. Los acuíferos sufren un grave estado de sobreexplotación y deterioro de su calidad, con masas de agua salinizadas.
También hay que resaltar los excesos del turismo marítimo, con sus cruceros, yates y veleros que, al fondear con sus anclas y cadenas, y la contaminación que generan, están poniendo en peligro la posidonia, que es una planta acuática que es considerada el pulmón de sus aguas, y el ecosistema de la isla se está devastando.
La distribución de las competencias territoriales en Ibiza se realiza a través del Gobierno Autonómico de las Islas Baleares -Govern Balear-, el Consejo Insular (Consell Insular d’Eivissa), que es la institución de gobierno de la Isla de Ibiza, el cual debido a la naturaleza mixta de entidad local y autonómica aún trabaja sin un marco jurídico claro y desconociendo si deben aplicar normativa local o autonómica, y tiene competencias en áreas como el ciclo del agua, residuos, carreteras y caminos vecinales, promoción turística, cultura (patrimonio histórico, bibliotecas y archivos), deportes, transporte terrestre y marítimo (puertos que no sean de interés general), entre otros; además del Consejo Insular existen seis Ayuntamientos que tienen competencias en áreas como urbanismo, medio ambiente urbano (parques y jardines públicos), abastecimiento de agua potable a domicilio y evacuación y tratamiento de aguas residuales, servicios sociales, protección civil, policía local, tráfico urbano, y son en la Pitiusa mayor: Ibiza, Sant Antoni de Portmany, Sant Joan de Labritja, Sant Josep de la Talaia y Santa Eulària del Riu; y a todo ello hay que añadir las competencias del Estado, por ejemplo en materia de costas, todo lo cual produce una dispersión competencial, ineficiencias en el gobierno de los asuntos de los ciudadanos por la descoordinación, retrasos y duplicidad competencial, y un gasto bastante desproporcionado para su territorio y población, además del detrimento en la especialización y calidad de los servicios.
Es una isla con cambios distópicos de verano a invierno, en la que en épocas turísticas abunda el ruido, la circulación de vehículos de motor, la gente joven extranjera, el erotismo, la falta de respeto no sólo a las personas, también a las cosas y viviendas de los demás.
Una isla que en verano abunda la droga y turistas cargados de alcohol, y en la que conviven personas obscenamente ricas con muchas más que vienen a buscarse la vida en ella o simplemente a la fiesta, y en muchos casos malviven o simplemente sobreviven, ocupando inmuebles, durmiendo en autocaravanas o en sus playas.
Uno que desde hace años tiene casi exclusivamente un encuentro anual con la isla, al escribir esto se da cuenta de que sigue viniendo a la misma por un recuerdo de las raíces que ha ido echando en la misma, de lo que fue esta tierra y la gente que la poblaba, y sobre todo por el encuentro familiar veraniego y con los amigos y conocidos, pues en el fondo todas las tierras son un decorado en el que lo importante son las relaciones familiares y personales.
No obstante, todo lo anterior, siguen existiendo vestigios de la Ibiza rural y sus gentes, y encontrarlos es uno de los alicientes de nuestra marcha.
La cosecha de sandías en 2023 no ha sido mala en la Isla. Existen productos de esta tierra excepcionales, como es esta fruta, la patata, el tomate, las algarrobas, higos o las cebollas. De ganado destacar el bobino y cerdo.
Muchos Ibicencos vivían en casas con un huerto, que les daba lo suficiente para el autoconsumo de fruta y verdura, intercambiando productos, siendo este trueque o donación un instrumento de cohesión de la comunidad entorno también a una Iglesia, y a una de ellas nos dirigíamos, a la de Santa Inés -Santa Agnès de Corona, que es parroquia del municipio de San Antonio.
En Can Ramonet, que es un bar donde paran algunos lugareños a tomar un café y lo que se tercie antes de empezar la jornada, hicimos parada en él. Muy amables, y allí confirmó la posibilidad de ir andando sin tener que caminar por carretera un taxista precisamente de Santa Inés, que, con pocas palabras -porque normalmente el Ibicenco es parco en ellas con el que no conoce, pero afable y educado-, nos dijo ir por “des Broll”.
Aunque Santa Inés es una parroquia de San Antonio, y pertenece al mismo municipio, se mantienen unidas por carretera asfaltada, sin que exista una línea de transporte diaria regular que las una.
Hoy en día el transporte en la isla es muy complicado sin un vehículo de motor propio, alquilado o taxi, lo que se nota en un volumen excesivo de coches circulando en verano constantemente, de ahí que no sea conveniente transitar andando de una parroquia a otra, y sea conveniente buscar caminos para hacerlo, pero no es fácil conocerlos, y no están señalizados ni existe un plano expreso de caminos entre parroquias, y ya no es costumbre andar de una parroquia a otra. Tampoco se transportan normalmente en bicicleta, si no es para hacer deporte.
El café solo es bueno para conseguir energía para la andada. Fundamental es hidratarse, y es conveniente tomar un plátano por el potasio.
Seguimos andando por el Cami de Sa Vorera, dejando a la derecha los cultivos de viñas de la Bodega Can Rich, en la que paramos al extrañarnos el sonido de pájaros que no conocíamos como de la Isla, y ya caímos que se trataba de una grabación a modo de espantador de la fauna voladora o de tierra para proteger las uvas. No hay que dejarse engañar por las apariencias, pienso.
Algún lugareño/a es fácil que nos encontremos andando por la carretera, en dirección San Antonio, e incluso ciclistas puede que se crucen ya en nuestro camino a esas horas ( 8:25 am).
El ibicenco es una variedad lingüística del idioma catalán hablada en las islas Pitiusas. Está clasificada dentro de los dialectos baleares del idioma catalán. Pese a ello, el idioma cooficial que se impuso en la isla fue el catalán, y es lo que se enseña en las escuelas.
Pues bien, a lo largo de las tres cuartas partes de nuestra marcha nos encontraremos albercas, que en ibicenco se denominan safareig. Se trata de una construcción hidráulica cuadrangular, hecha con tapial o mampostería para almacenar el agua que viene de un pozo y se dedica principalmente al riego. En el safareig se recoge el agua de lluvia principalmente, las otras aguas principales eran las aguas freáticas que pueden brotar espontáneamente en fuentes como a la que nos dirigimos en els brolls de Buscastell, y algunas veces esas fuentes han sido localizadas por un zahorí o “aiguaders” que había en la isla.
Esa agua de capas freáticas era extraída por molinos de agua o “molins aiguaders”, distintos a los molinos harineros, y que formaban parte del paisaje de la isla, que partían de un pozo escavado verticalmente, con extracción si no era con el molino, con noria o simplemente con soga y cubo.
En San Antonio quedan los vestigios conservados de un molino en Sa Punta des Molí, que hoy es un espacio cultural.
Terminamos el Camí de Sa Vorera para adentrarnos por el Camí de Bucastell. Cuidado que en un cruce tendremos que decidir si vamos por Buscastell o por Camí de Forada.
Seguimos por Camí de Buscastell hasta cruzar la PMV-812-1, y nos adentramos al Camí des Broll, en donde se encuentra el Pou des Escarabats.
Realmente el pou des Escarabats de Buscastell es sólo el cartel de un pozo – pou- no conservado en el Cami des Broll, a la izquierda de nuestra marcha, recordándolo, pero tiene importancia por la ballada o baile de su nombre que se realiza el domingo posterior al 24 de junio (festividad de Sant Joan).
Nosotros seguimos nuestra marcha, ya siendo las 9:35 am, con mucho calor por la fecha y siendo este año especialmente caluroso y seco.
Veremos ejemplares de algarrobos y olivos propios de la isla dignos de admirar.
Y la forma de canalizar el agua por el Torrent de buscatell desde es Broll.
Es Broll es un pozo artesiano que aprovecha el agua que surge espontáneamente del manantial para distribuirla por todo el valle mediante un complejo sistema de acequias que conducen el agua y albercas.
El camino sigue el valle a lo largo de unos 4,5 kilómetros, siguiendo el curso de un torrente, hoy canalizado desde la fuente es Broll. Las parcelas de cultivo se sitúan en bancales a distintos niveles, irrigados por un sistema de acequias, canales y albercas, construido durante la época de dominación árabe.
No corría el agua en este verano, pero en otros veranos o épocas la hemos visto correr. Dicen que la mejor época para hacer este recorrido es la primavera, en que la flora está en todo su esplendor y el agua aparece por todos lados gracias a las lluvias invernales.
A lo largo del camino veremos más casas rurales de alquiler turístico, alguna casa payesa y algún safareig.
Nos desviamos un poco del camino a nuestra derecha, hacia el Puig para bajar al manantial- – Es Broll-, y allí corría por una acequia estrecha una pequeña corriente de agua en la que nos refrescamos, pues el calor había aumentado, siendo las 10:19 horas.
Dejamos el paraje de Es broll, y tras una subida el camino vuelve a llanear entre tierra roja arada, dejando una casa payesa a la derecha, hasta que llegamos al cruce con la EI541. A la derecha iríamos a San Mateo- y Cala Aubarca, y a la izquierda nuestro destino Santa Inés.
También es ruta para bicicletas gravel o MTB, que puede ser muy agradable especialmente con bicicletas asistidas.
Seguimos la EI 541. Advertir que en el cruce del Camí des Broll con esta, podemos seguir camino y llegaríamos a otro cruce con camino asfaltado – Camí Corona de Dalt-, que también nos llevaría hacia la izquierda a Santa Inés y a la derecha a San Mateo, opción esta que puede ser recomendable si no queremos andar por la carretera, aunque sea un poco más largo.
Nos encontramos con una casa payesa con toros que no son propios de la isla.
Caminamos por la EI541 hasta el cruce con la PMV-812-1., y siguiendo a la derecha llegamos a nuestro destino.
Pila bautismal y confesionario de la Iglesia.
San Roque peregrino está presente en la Iglesia.
San Roque nació en Montpellier en 1295, y en su peregrinaje hacia Roma llegó a la ciudad italiana de Aguapendente, donde quedó sobrecogido por los estragos de la peste, y ayudó a curar a enfermos. San Roque desconocía su poder taumatúrgico, que descubrió cuando, impulsado por su generosidad, trazó el signo de la cruz sobre el cuerpo de un enfermo, y este sanó con tanta alegría y exaltación de júbilo que todos los apestados de la gran sala del hospital quisieron recibir su bendición, y finalmente le contagiaron. Sin embargo, el santo carecía de don para sanarse a sí mismo, y, enfermo, se refugió en una cueva para no contagiar pensando morir en ella. Allí lo descubrió un perro tan inteligente que se percató de la hambruna del bendito Roque y marchó a casa de su amo para coger un panecillo y llevárselo.
Allí estuvo sobreviviendo gracias al perro que lo visitaba todos los días con una hogaza de pan y le lamía las heridas, hasta que un día el amo del perro, Gottardo Pallastrelli, extrañado por el comportamiento del can, acompañó a este y descubrió a san Roque. El hombre lo recogió, lo curó y se convirtió en discípulo suyo. Restablecido, intentó dirigirse de nuevo a su ciudad natal, pero en Vhogera (Lombardía) fue encarcelado acusado de espionaje y murió cinco años después en la celda un 16 de agosto, que es el día que se le suele festejar.
En frente de la iglesia existen dos bares, uno tiene fama por sus tortillas de patata, el otro especialmente agradable para un refrigerio, con una camarera muy amable que nos informó que no había autobús para volver a San Antonio.
Desde allí, sobre las 12 am, volvimos a San Antonio en un taxi, que nos costó 21 euros.
Finalizo aquí el episodio de esta primera ruta de peregrinación por las Iglesias, que espero haya sido de su interés, amigo lector, y le agradezco el tiempo que ha empleado en su lectura. Un saludo.